Historia en un Taxi

- ¿Estás seguro de lo que me estás diciendo?
–No puedo creerlo. Empiezo a respirar profundo.  No debo alterarme.
-Solo queremos evitar futuros inconvenientes –me responde calmadamente uno de los dos. Sigo sin entender de qué diablos hablan.
- ¿Qué inconvenientes? ¿Con qué base me pides que me marche de la reunión y que no vuelva a aparecerme en futuras reuniones? –Respiro para no nublarme por la cólera y poder defender mejor mis puntos.
- ¡No tenemos por qué darte explicaciones Anika! –me responde el otro, alterado por mi reacción. No he bajado la cabeza ni me he asustado como, imagino, pensó que reaccionaría.
-Para que lo sepas –dije mirándolo directamente –solo vine a pasar una bonita noche, como siempre lo he hecho las veces que he venido. Y te recuerdo que tú me invitaste.
- ¡Será mejor que te retires Anika! –Tengo que enterrar las uñas en mis manos para controlarme – Ya lo hemos decidido.


Subiendo las escaleras del lugar empiezo a sentirme mal. Me han echado por acusaciones calumniosas. Todo el revuelo que se alza actualmente, no es la verdad de las cosas. Estoy fuera del local tratando de calmarme. Siendo sincera, esperé cualquier tipo de reacción menos que me echaran al final. Tengo el estómago contraído y ganas de desollar gente, ganas de responder, de pelear, ganas de llorar de cólera y una tristeza enorme al mismo tiempo por cómo está terminando la noche.

Camino hasta la avenida más concurrida, a dos cuadras del lugar, y estiro el brazo para detener un taxi. La estaba pasando bien en la reunión, conversando y conociendo a más personas hasta que me echaron.

No es justo.

Un station wagon se detiene a mi lado. Veo al conductor, de unos 38 años y corpulento, mirándome las piernas descubiertas por la falda negra que llevo. Su mirada recorre desde la punta de mis tacones hasta mi cintura. Me fastidia y me gusta que hagan eso. Uhmmm…

¿Cómo se pondría si supiera que no llevo ropa interior?...

Le digo a donde quiero ir y pactamos el precio, extrañamente barato pero mejor para mí. Me subo a la parte de atrás y empieza el recorrido. Sigo dándole vueltas a lo sucedido en la reunión y siento la frustración crecer otra vez. Miro el Facebook para distraerme.

Un rato después se detiene el taxi pero no le doy importancia. Estoy leyendo las noticias del día pero levanto la cabeza al oír que las puertas a mis lados se abren. Dos hombres se sientan rápidamente. El de la izquierda me tapa la boca con una mano y su otro brazo me sujeta del cuello. Lo araño pero su agarre no afloja. El de mi derecha intenta sujetar mis piernas pero pataleo.

- ¡No tiene truza! –Los escucho reírse y yo intento juntar las piernas pero el tipo me tiene bien abierta – Y pelada… ¡Que rico! –acerca más su cara entre mis piernas. Quiero meterle un rodillazo en la nariz pero no puedo – Perra… ¡La perra está mojada!

- ¡NO! –grito fuerte… pero es mentira. Estoy asustada y muy excitada al mismo tiempo. Los tipos se ríen a carcajadas y empiezo a retorcerme otra vez. En medio de la pelea escucho abrirse el maletero. De reojo logro observar al chofer entrando por ahí y bajando el asiento hacia atrás.

Hay suficiente espacio para que me estiren, así me darían fuerte y rico por la boca, el coño y me voltearían y… ¡QUE DIABLOS ESTOY PENSANDO!

El tipo de la izquierda me suelta el cuello pero antes que yo pudiera reaccionar, el chofer me jala horrible de los pelos. Siento que me arrancará todo de raíz.

-Ven aquí putita –gruñe jalándome hacia atrás. El de la izquierda sale del auto y el que sujetaba mis piernas me suelta un momento, busca algo debajo del asiento del conductor. Aprovecho esos microsegundos para meterle un puñete al chofer que, por acto reflejo me suelta. Me deslizo rápidamente por el maletero y salgo corriendo de ahí.

Corro desesperada, sin zapatos, sin cartera, sin celular, sin importarme nada más que huir de ahí. Estoy alrededor de un parque. En la esquina, hay un grupo de tres hombres que beben en una banca. Corro hacia ellos para pedirles ayuda pero no logro llegar. Un gran peso cae sobre mí y me deja sin aire. Me duelen las costillas, me hormiguean los pezones y mi entrepierna está muy húmeda. 

No quiero, pero estoy muy excitada.

Antes de poder gritar por ayuda, el chofer me tapa la boca con su mano grande y callosa, y con la otra me vuelve a sujetar del cabello para levantar mi cabeza.

-Me gusta que pelees… -susurra en mi oído derecho –Y te va a gustar lo duro que te vamos a dar –Lloro. Tengo miedo, mucho miedo… ¡Y no puede ser que eso me excite!

- ¿Qué pasa ahí? –escucho que grita uno de los hombres del parque.

-Estoy jugando con mi perra –responde el chofer. Imagino que los hombres del parque se escandalizarán por el lenguaje, excitante lenguaje, que acaba de usar. Pero por el contrario, los hombres del parque se ríen.

-  ¡Provecho! - dicen en coro, provocando que el chofer, que aún no se ha quitado de encima, se ría a carcajadas en mi oído.

- ¿Quieren ver como rogará esta puta por más? –siento mis ojos abrirse desmesuradamente. ¿Me van a violar con audiencia en vivo?... No puede ser...

Siento que me voy a venir…

Los hombres del parque caminan en dirección a nosotros. El chofer se levanta justo cuando llega el tipo que me tenía sujetada del cuello. Este me mira, sonríe y me tira una bofetada que me voltea la cara. El chofer, que me sujeta los brazos atrás, se ríe en mi oído. Yo solo junto las piernas. Estoy al borde. Voy a venirme.

Ambos me llevan a rastras de regreso al taxi, con los tipos del parque caminando detrás de nosotros, emocionados por lo que van a presenciar. Tengo miedo, me duelen las costillas, siento las rodillas raspadas, me duele la garganta pero mi mejilla pica por otro bofetón, mis fluidos vaginales han llegado a mis muslos y mi clítoris palpita. No sé qué pasará pero ya quiero que pase.

Llegamos al station wagon otra vez. En la maletera abierta me espera el otro tipo con unas cuerdas en la mano, cada una vienen de los respaldares de los asientos de adelante.

-Quitémosle la blusa –dice.

- ¿Nos hacen el honor? –le dice el tipo que me sujetó el cuello a uno de los hombres del parque. Empiezo a retorcerme pero el chofer aprieta mis brazos casi hasta zafar mis hombros de su lugar, lo que detiene mi lucha. 

-No por favor… -murmuro al hombre que se para delante de mí. El desconocido sonríe antes de acercar sus manos a mi blusa y abrirla a la fuerza, arrancando los botones, provocando la risa de los presentes, exponiendo mis pezones duros.

-Pellízcaselos –le dice el chofer a otro de los tipos del parque. Este, emocionado se pone delante mío rápidamente, empujando a su amigo, abriendo y cerrando las manos, una y otra vez. Está ansioso por pellizcarme los pezones, pero no tanto como yo que lo haga. Antes que sus dedos me toquen, el tipo que me ahorcaba me tapó la boca, haciendo que mi grito se muera en su mano. El tipo pellizco muy fuerte y ahora los retuerce. Empiezo a pegarme al chofer, su erección pegada a mi culo me provoca y empiezo a restregarme antes de darme cuenta –Tranquila perra, ya tendrás lo que te gusta –me encantan sus palabras sucias en mi oído. Mi vagina se contrae con desesperación.

Con fuerza me empuja hacia adelante y caigo dentro de la maletera. El tipo con las cuerdas me voltea boca arriba y amarra cada cuerda a mis muñecas. El que me ahorcaba me jala hacia abajo, haciendo que mis brazos queden estirados, mis pies están tocando el asfalto y mis piernas están estiradas y muy abiertas. El tipo que me ató las muñecas está arrodillado sobre mi cabeza, lo veo sacar su pene erecto y no puedo evitar pasar la lengua por mis labios.

- ¿Ansiosa perra?

- ¡Voy a morderte! –el tipo me abofetea y me aprieta de las mejillas, haciendo que mi boca parezca a la de un pez boqueando y con su otra mano se masturba.

-Muérdeme y verás lo que pasará –Estoy indecisa de si debo morderlo o no. Tengo curiosidad de saber que me haría si lo muerdo. Mete su pene a la fuerza y empieza a bombear. Hecho hacia atrás mi cuello todo lo que puedo para que entre más profundo - ¡Oh sí perra! ¡Si…! –sisea.

Siento que alzan mis piernas y alguien se acomoda entre ellas. No logro ver quien es pero me agarra de las caderas y empuja su verga dentro de mí con fuerza. Sus dedos se clavan en mi piel con fuerza, siento sus uñas en mí. Su miembro entra y sale, y yo quiero moverme contra el que me la está metiendo. 

El que me ahorcaba al comienzo aparece y me observa con una gran sonrisa. Ambos penes salen de mí. Estaba por reclamar el abandono cuando me voltean y me arrodillan dentro de la maletera. Babeo por ambas bocas, sudo por todos lados pero quiero más. 

¡Esto no puede terminar ahora!

En el cambio de posición logro ver a los tipos del parque grabando la escena de diferentes ángulos con sus celulares. Espero lograr darles mi número para que me pasen el video por whatsapp.

- ¡Mírame! –Recibo un lapo del tipo que me la metió por la boca – ¡Eres una perra sucia! –Alza mi cabeza jalando mis cabellos y me vuelve a abofetear –Quería que me la mordieras –me dice cerca a la cara y me suelta, se mueve por mi lado y se acomoda debajo de mí. Mete mi seno izquierdo en su boca y comienza a succionar con fuerza. Chupa y mordisquea. Empiezo a moverme, mis caderas buscando su verga para metérmela por la vagina. 

- ¡Quieta! –escucho antes de recibir una nalgada. El chofer me toma de caderas y empieza a rozar su pene en mi ano - ¿Quería esto verdad? ¡Dímelo puta! ¿Quería esto verdad? –empiezo a moverme. 

- ¡Quiero que me lo metas! ¡Métemela por favor! –escucho la risa de todos ante mis ruegos, incluyendo a los mirones, dos que se metieron también a la maletera y uno que grababa de afuera, todo ellos masturbándose. Podía ver sus manos. Arriba y abajo, arriba y abajo. Mis ojos bailando al son de sus movimientos y mis manos envidiosas de no poderlo tocar, mi boca babeando por tenerlos dentro, mi coño chorreando por ser llenado y mi culo dilatado con ganas de que me lo abran.

- ¿Listos? –pregunta el chofer. Siento un pene en mi culo, uno en mi vagina y soy abofeteada con más fuerza. Me va a quedar marcada la cara… 

¡Estoy emocionada! Ya quiero ver esa marca en mi cara, las de todo mi cuerpo.

- ¿Listos? –Mi cabeza es sujetada de ambos lados y miro un pene frente a mi boca - ¡Ahora! –grita el chofer y los tres me la meten al mismo tiempo. Lloro y gimo, duele y me gusta, empiezo a luchar contra las cuerdas pero estoy bien sujeta por ellas, por las manos en mi cabeza, en mis caderas, en mi espalda y la boca que mordisquea mis pechos con fuerza. Los tres se mueven al mismo compás, con la misma fuerza y sin misericordia por mí. Con cada embestida, la velocidad de los tres va aumentando. Con cada embestida, los celulares de la audiencia empiezan a temblar. Con cada embestida empiezo a perder la noción del tiempo, del lugar, solo me gobierna el placer de sentir dolor, el placer de ser poseída por tres vergas al mismo tiempo, el placer de ser forzada y observada, el placer de tener seis pares de ojos sobre mí. Solo me queda el placer…

- ¡Oh sí! –Grita el chofer - ¡Que rico culo! –se vino dentro de mí y se sale de inmediato. Con un gruñido lo sigue el que me daba por el coño –Ustedes –dice el chofer a los mirones -Tírenle su leche a la perra. ¿Eso quieres verdad zorra? 

¡Quiero gritar que sí!

El que estaba debajo de mi sale y deja espacio para que los tres mirones se acomoden alrededor mío. Empiezo a sentir el pene en mi esófago, entrando y saliendo con fuerza y desesperación. Trato de respirar por la nariz pero su fuerza me puede más y empiezo a asfixiarme. Él sigue dándome por un momento más hasta que se viene, siento su semen bajar por mi garganta y perdiéndose en mis órganos. Sale de mi boca y con descuido me empuja. Caigo de costado, exhausta y sin aire, al borde del desmayo, pero logro ver a los mirones con sus vergas en la mano, tratando de mantener sus celulares grabando el momento. 

Uno grita y se viene sobre mis brazos. Él otro gruñe y se viene sobre mis piernas y el último que faltaba se acerca a mi rostro y se viene. Saco mi lengua para saborearlo. Quiero saborear el resto pero las fuerzas para mover mis brazos no me dan. Veo a los tipos salir con dificultad de la maletera y siento las cuerdas de mis muñecas sueltas.

Quiero ver a los tipos que me dieron como me gusta pero mis ojos me pesan, empiezan a cerrarse. Quiero hablar pero ni si quiera eso puedo. Quiero pedir más, quiero que me den más…

- ¡Quiero más! ¡Quiero más! ¡QUIERO MÁS! –Grito y abro los ojos. Estoy transpirando, agitada, con mucha sed y completamente vestida. Miro a todos lados, reconociendo el taxi que tomé y al chofer que, babeante, me mira la entre mis piernas que tengo completamente abiertas.

- ¿Sucede algo? –le pregunto y cierro las piernas lentamente.

- ¿Eh? Sí si –responde anonadado. Creo que nunca ha visto un coño completamente depilado y mojado –Ya llegamos –miro por la ventana y reconozco mi casa. Saco el dinero de la cartera y bajo rápidamente del taxi. 

Quiero entrar ya a mi casa. Quiero quitarme todo… Necesito de un buen orgasmo…

Zarella

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