A la Fuerza

Sally caminaba rápido, lo que los elevados tacones negros y el ajustado vestido rojo escarlata se lo permitían. Sujetaba con fuerza el abrigo negro y su bolso. Su cerquillo se pegaba a su frente sudorosa y deseaba una liga para sujetarse el cabello que ondeaba al viento por la carrera.

Él era un hombre más alto que ella y de amplia espalda, chompa de lana, jeans y zapatillas. No sabía quién era pero ella se percató que la había seguido durante tres días desde el trabajo a su casa. Hoy siente que está cerca aunque aún no lo ha visto detrás de ella como días antes. Buscó nerviosa en su bolsa las llaves y con mano temblorosa abrió la puerta, entró a la velocidad de la luz y cerró, apoyando la espalda como tranca. Dio unas cinco respiraciones profundas para tratar de calmar sus nervios y respirar con normalidad.

Un poco más tranquila, se dio cuenta que su pequeña gatita no salió a recibirla. Preocupada avanzó a cinco pasos cuando una mano gigantesca la agarró del cabello con fuerza. Sorprendida y asustada, sus manos viajaron directamente a las manos que, jalándola de su cabello, la estrellaron de cara a la pared más cercana.

Era Él, el que la seguía. Era más corpulento de lo que imaginó.

Él metió una de sus piernas entre las suyas para abrirla y apoyó su tórax contra su espalda para aprisionarla contra la pared. Cogió sus muñecas y las bajó detrás de la espalda para ponerle unas esposas y aprisionarla. Gritó, chilló, rogó, pero Él siguió con lo suyo. La amordazó con una pañoleta y la lanzó con brusquedad sobre su amplio sofá negro. Ella lloraba, el miedo la abrumaba. Trató de averiguar si su atacante era alguien conocido pero ninguna de sus amistades tenía esa contextura ni usaba ese perfume.

Su atacante olía muy bien…

Se recriminó por pensar eso en este momento, cuando Él usaba un cuchillo para romper su vestido y dejar al aire su hilo y brassier rojo. Sally iba a empezar a patalear pero Él fue más rápido. Su sentó en cuclillas sobre su piernas y empezó a rozar sus pantorrillas muy lentamente. Sally empezó a odiarse a sí misma cuando suspiros querían salir de su garganta. Él tenía las manos enguantadas en terciopelo. De las pantorrillas subió detrás de las rodillas, las cosquillas y el placer que le producían la hacían temblar. Luego acarició sus torneados y gruesos muslos, y el interior de ellos, tentando por momentos su vagina ya chorreante.

Sally se retorcía. Si pudiera golpearse lo haría. ¡Por Dios! Estaba siendo atacada por un desconocido y ella estaba excitada, muy mojada e iba a empezar a rogar por más.

Él, con ambas manos, subió por sus caderas, lento, despacio. Escaló por su espalda, acarició su cuello, sus brazos y su rostro. Bajó por su espalda, amasó sus nalgas, rozó su ano, su vagina y tocó fuerte su clítoris. Un “sí” se le escapó a Sally haciendo reír a su atacante, lo que le hizo recordar que estaba siendo violentada. El miedo regresó y empezó a patalear para tratar de quitárselo de encima. Él volvió a apoyarse sobre sus piernas y con su cuchillo desgarró su hilo y rompió el brassier.

“No…” salió de la boca amordaza de Sally. No quería, no era lo correcto empezar a sentir placer al ser atacada, no era correcto sentir la emoción por lo que podría venir ahora que estaba completamente desnuda. Sally se debía a una persona, amaba a su Señor. Volvió a patalear hasta que Él empezó a morder su espalda y los hombros. Sally lloraba, debatiéndose sobre lo que estaba sintiendo, pensando en los hermosos moretones que le quedarían en la piel. Su mente empezaba a apagarse con cada mordisco, con cada jalón de cabello, con cada retorcida de sus pezones marrones. Estaba perdiéndose en el placer.

“¿Te gusta verdad?”, ella solo gemía, “Vamos perra. Dilo: te gusta. DILO”, y un sí casi inentendible escapó de ella a través de la mordaza. Sally sintió el pene de su atacante en su coño resbaladizo y ella empezó a moverse… ¡Quería sentirlo ya dentro de ella!... Él reía roncamente. Sally estaba perdida, quería rogar pero no para que la soltara.

“Vas a ser violada, ¿eso te gusta?” y una nalgada cayó en su culo. Eso la despertó. Estaba debajo de un desconocido. Él le dio otra nalgada y ella empezó a luchar. No iba a permitírselo. No. Estaba loca, pero que fuera así, a la fuerza la excitaba tanto o más como que no. Pataleó hasta que Él le pasó el brazo por el cuello, el otro por su estómago y se la metió sin piedad por el coño, moviéndose con vehemencia. Adentro afuera adentro afuera. Sally empezó a moverse contra Él. Su lengua luchó hasta que se quitó la mordaza. Aprovecharía el momento para morder su brazo y liberarse pero su mente quedó en blanco cuando el retorció su pezón con fuerza.

Sally gimió, su cuerpo empezó a temblar, a moverse con fuerza contra Él. Sentía los brazos adoloridos, así como las piernas, pero ella no hizo caso, siguió moviéndose, rogando por más. Él salió de su cuerpo. Ella giró la cabeza para ver qué le pasó, cuando la sujetó del cabello, evitando que voltee a verlo y le rompió el culo de una sola embestida. Sally gritó con fuerza. El dolor era fuerte, sentía como la abría sin contemplación, sin preocupación. Y eso a ella le gustaba.

“¿Te gusta? Vamos perra, ¿Te gusta mucho que te coja así?”. Sally a duras penas pudo decir que sí. Su mente estaba nublada. Lo escuchaba como a lo lejos. Sentía su pezón pellizcado dolorosamente, fuerte y placentero. Sally estaba literalmente en otro mundo. “¡DILO! ¡Eres una puta!”.

“¡Si lo soy! ¡Me gusta! ¡Soy una puta!” el cuerpo de Él tembló con fuerza y con un fuerte gruñido se vino dentro de ella. Escucharlo y sentirlo venirse en su culo fue suficiente para que ella se corriera con un fuerte grito. Sally empezó a flotar.

Abrió los ojos lentamente. Estaba en su habitación, recostada en su cama. Su cabeza era acariciada dulcemente al igual que su espalda, aprisionada en unos fuertes brazos. Sally alzó su rostro y se encontró con unos orbes marrones que conocía y amaba con locura.

“¿Fantasía cumplida mi pequeña Sally?” ella sonrió. Él, su “atacante”, había hecho realidad lo que ella le contó una vez.

“Sí mi Señor, fantasía cumplida. Muchas gracias.”

Yukari Taslim

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